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TRADUCCIÓN, COMENTARIOS
Y AGRADECIMIENTOS
Palabras preliminares de Juan Jesús Zaro
Esta nueva traducción de Un curso sobre milagros supone una nueva y distinta aproximación en español al texto editado por Helen Schucman y William T. Thetford en septiembre de 1972, reeditado a su vez por Helen Schucman y Ken Wapnick en 1975, descartándose la primera edición. El texto fue traducido por primera y única vez al castellano a partir de esta edi-ción por Rosa María González de Wynn y Fernando Gómez y publicado por FIP en 1993.
Hay razones que justificaban la realización de una nueva versión en cas-tellano. A partir de 1999 muchos acontecimientos empezaban a suceder en la historia del Curso. Entre otros, en 2000 se publicaba la edición original de Schucman y Thetford mencionada antes, comprobándose notables diferen-cias con la de Schucman y Wapnick, mientras que en 2006 se publicaba el UrText, o transcripción del dictado recibido por Schucman, sin editar. Como ya se ha dicho en otros lugares, el texto traducido que se reproduce aquí no es el de la edición de 1972, sino un texto ampliado, producto del cotejo con el UrText y con otros textos. Además, se han recuperado en esta traducción, entre otras cosas, las palabras en mayúsculas y los plurales del original, elimi-nados en versiones posteriores, por considerar que responden mucho más a la intención primigenia del Curso, cuyo mensaje primordial —la búsqueda de Dios ha de llevarse a cabo en compañía de los demás—, va dirigido siempre al otro.
Las dificultades de esta nueva traducción no han sido escasas. Un curso sobre milagros es una metanarrativa, un texto sagrado, “revelado” a Helen Schucman, un suceso que no es nuevo en la historia de la religión en los Es-tados Unidos (recuérdese por ejemplo el caso más famoso, The Book of Mormon). Su naturaleza “sacra”, de todos modos, difiere de la de los grandes tex-tos sagrados de las religiones más importantes, como la Biblia, el Corán, la Torá o el Canon Pali, cuyas traducciones forman parte de una historia en la que se pueden localizar desde las grandes cuestiones traductológicas, como la mayor o menor literalidad de las versiones o su funcionalidad para transmitir los mensajes sagrados, hasta problemas concretos de traducción a lenguas es-pecíficas. Aunque el Curso es un texto moderno y sintético, su naturaleza de texto “revelado” exige también en principio un respeto absoluto por sus sig-nificados, lo que ya de por sí configura una intervención especial del traduc-tor, que idealmente debe ser moderada y todo lo neutral posible. Además, entre los factores que derivan de este carácter, el sesgo intensamente espiri-tual y, sobre todo, el complejo entramado teórico del Curso mediatizan se-riamente las opciones de traducción, y exigen un conocimiento notable de sus conceptos e ideas principales, así como de sus matices, a veces anulados o desfigurados en ediciones anteriores. La elección de los términos castellanos para designar estos conceptos es también innovadora, distanciándose en oca-siones de traducciones anteriores, como es el caso de “Redimir” por “Expia-ción” (Atonement), o de “yo” por “ser”(self), por considerar que sus signifi-cados tradicionales en castellano quedan alejados de los de los términos ingle-ses del Curso, o el uso de formas verbales infinitas para afirmar los procesos que ciertas palabras implican, como por ejemplo, “el perdonar” por “el per-dón, “curar” por “curación”, u “orar” por “oración”. El carácter intertextual del Curso —más de ochocientas alusiones a pasajes y personajes bíblicos, por ejemplo— constituye también otro reto para el traductor, que ha debido re-solverse apoyándonos en traducciones canónicas al castellano. Finalmente, la colocación de notas al pie de página con la función de aclarar o recordar con-ceptos, que puede parecer repetitiva a primera vista, se justifica por la intención de facilitar la lectura al lector o estudiante del Curso evitándole consultas innecesarias al glosario. Hemos preferido esta opción a la de no facilitar esta información, lo que hubiera enfrentado al lector directamente con el texto, o a la de alterar éste para incluir los significados contenidos en las notas.
Debe recordarse que el inglés del original es un lenguaje solemne, con sintaxis compleja y a veces sorprendente, pletórico de frases rotundas y plenas de significado, cuya prosodia está presidida por el pentámetro yámbico shakesperiano, difícilmente equiparable a los procedimientos métricos del castellano, como prueban los experimentos hechos en las traducciones a nuestra lengua de obras dramáticas de Shakespeare, además de por otros recursos poéticos muy propios del inglés como la aliteración. Se ha optado, por ello, por una traducción completa en prosa, incluyendo las plegarias que aparecen frecuentemente en el texto, donde a veces aparece la rima. A grandes rasgos, podría decirse que la estrategia general de traducción ha sido siempre dinámica o, si se quiere, naturalizadora, intentando mantener, además de la preservación de los significados, incluyendo aquellos originalmente ambiguos u oscuros, el poderoso efecto del original en el lector de habla castellana, por medio de un lenguaje moderno, ágil y claro. La cuestión de la variedad de castellano utilizada en la traducción ha sido otro elemento que se ha tenido en cuenta: en líneas generales se ha optado, pues el texto lo permitía en gran medida, por un español culto y neutro, pensamos que absolutamente comprensible a ambos lados del Atlántico, que contiene matices claramente americanos por ser ésta la comunidad de hablantes mayoritaria, con diferencia.
Durante el proceso de traducción, he trabajado con Armando Brons durante más de quince años, un período en el que nos hemos reunido en persona tan sólo unas cuantas veces. Además de la amistad trabada con él a lo largo de estos años, lo que de por sí es ya un regalo inapreciable, la oferta de trabajo conjunto, que en su día me propuso, me dio a conocer el Curso, que yo desconocía hasta entonces. Su conocimiento de la obra y su experiencia como profesor y exégeta de ella han guiado mi labor de traductor y me han hecho ver detalles que nunca podría haber descubierto por mí mismo. Y debo decir que leer atentamente la obra, algo inevitable cuando se realiza y revisa una traducción y se proponen o discuten soluciones a problemas concretos, ha supuesto algo más que una simple tarea profesional. En el caso del Curso, no ha sido un trabajo equiparable a otros encargos de traducción que me permitían adoptar una actitud fría y distanciada del texto que manejo, precisamente la actitud que se aconseja al buen traductor para enfrentarse a su labor.
Sin embargo, es difícil que el mensaje espiritual del Curso no deje de conmover a sus lectores, y consecuentemente a sus traductores. No puede olvidarse que intenta explicar el mundo en que vivimos en sus propios términos, de modo ecléctico e integrador, impregnado de un clarísimo sesgo intelectual dirigido a determinados lectores, que a otros les puede pasar inadvertido. El Curso trata de responder a las cuestiones cruciales de la existencia humana: de dónde venimos, por qué estamos aquí, cuál debe ser la relación entre el individuo y la sociedad, cómo las relaciones con los demás son en gran medida ilusorias o falsas y, en suma, a qué lugar nos dirigimos cuando morimos… Estas respuestas podrán satisfacer en mayor o menor grado a los destinatarios de la obra, dependiendo de su formación, su grado de espiritualidad o sus ansias por dotar de una explicación convincente a la vida humana. Sin embargo, me atrevo a decir que hay un aspecto destacado del Curso que fue el que me tocó más íntimamente hasta hacerme recordar las palabras con que George Steiner describía la sustancia indefinible de las grandes obras de arte pasadas y presentes calificándolas como “touched by the fire and ice of God”[1] . Un aspecto que, poco a poco, ha logrado modificar, hasta un punto considerable, mi visión del mundo: se trata de su insistencia en negar la separación y el aislamiento del individuo con respecto a los demás, y el papel que en ello juega el perdón, la concordia, la reconciliación pura y desinteresada como elemento único y distintivo de la especie humana, frente al puro instinto animal, las dolorosas realidades de la vida y la lucha descarnada por la supervivencia (“the survival of the fittest” en palabras de Darwin) en la que todos, humanos y animales, nos enzarzamos sin posibilidad de escape desde el momento en que venimos al mundo. Este énfasis en la generosidad, o en la compasión si se prefiere, un término más budista o “zen”, permea todas las páginas del Curso, que insiste en ello una y otra vez. Este perdón, generador de “milagros”, es un recuerdo, si se quiere platónico, del lugar de donde procedemos y al que volveremos. Y, según la lógica del Curso, las interferencias del “ego”, con todas sus sutilezas y maquinaciones, impiden o dificultan su aplicación y convierten en una larga pesadilla –porque no es más que eso– nuestra estancia en el mundo.
Se trata, en mi opinión, de uno de los mensajes más positivos del Curso. No sabría decir, y quizá sea imposible hacerlo, hasta qué punto trabajar en la traducción y revisión de la obra ha supuesto un cambio drástico en mi visión de la existencia humana, pero lo que sí es cierto es que, ante determinadas actitudes o posiciones de las personas que forman mi círculo vital, recuerdo inevitablemente frases o párrafos del Curso que enseguida relativizan mis emociones y las encauzan, yo diría, en la buena dirección.
NOTAS
[1] George Steiner, Real Presences: Is There Anything in What We Say. Londres: Faber and Faber, 2010, p. 257.
Palabras preliminares de Armando Brons
Los aspectos directamente relacionados con la traducción en sí han sido magistralmente expuestos por el profesor Juan Jesús Zaro, con quien tuve el privilegio de laborar arduamente desde 1999 en una nueva traducción al español de Un Curso sobre Milagros.
Siempre estaré agradecido al eminente traductor, autor y profesor Lawrence Venuti de las Universidades de Pennsylvania y Temple, por haberme recomendado al profesor Zaro. Llevaba más de dos infructuosos años buscando un competente traductor que, idealmente, tuviera conocimiento y experiencia con el pentámetro yámbico usado profusamente por Shakespeare en sus obras y por Helen Schucman en varias partes del Curso, para que me acompañara en la difícil tarea de pretender hacer una nueva traducción al español del Curso, y al describir esas características al profesor Lawrence, de inmediato me recomendó al profesor Juan Jesús Zaro de la Universidad de Málaga como la persona idónea para esa tarea.
Cuando aterricé en Málaga y conocí personalmente al profesor Juan Jesús Zaro, supe de inmediato que mi ardua búsqueda había terminado. No sólo me impresionó su inmediata apertura de mente —frente a los complicados planteamientos de un extraño como yo— y su extenso currículo como profesor y director de proyectos de investigación en estudios de traducción [1] , sino que además, pude verificar in situ, el aprecio de sus alumnos por las clases magistrales impartidas. Han pasado quince años desde nuestro primer encuentro, y la obra que aquí presentamos es el fruto que extendemos al otro, a los demás y al mundo, de una estrecha colaboración que me atrevo a decir ha sido lo más cercano a lo que el Curso denomina una relación santa.
Por mi parte, quiero exponer para beneficio de los futuros lectores y estudiantes de esta importantísima obra espiritual, algunos de los aspectos relevantes que pueden esperar encontrar en ella como pueden ser: a) La razón de ser del Curso; b) Dios y el mal; c) La Realidad no puede comprenderse con el pensar del ego; d) La indispensable experiencia de la unión con el otro y los demás en Cristo y e) El camino se hace al andar. Además añadí en f) Algunos comentarios sobre la taquigrafía de Helen en sus Apuntes y el vertido de los mismos en el UrText por ella y Bill.
a) La razón de ser del Curso. El Curso es para aquellos que, habiendo concienciado el hecho de tener a veces impulsos compasivos, caritativos y/o de compartir, frente a los embates generalizados del egocentrismo individual en el mundo del ego regido por la evolución, quieren dar a esos impulsos un significado que justifique y motive su aplicación cada vez más frecuente en sus vidas [2] . A esos impulsos el Curso los llama milagros. Además, propone que su origen es divino, y enseña que todos y cada uno los llevamos en lo más profundo de nuestros subconscientes [3] , listos para emerger al consciente y ser aplicados en la vida diaria, cada vez que establezcamos en nosotros las condiciones del conocimiento del Reino. Estas condiciones son: a 1) Querer creer en la Verdad que nos propone Jesús; a 2) aceptar el Redimir para uno mismo; a 3) perdonar; a 4) entablar relaciones santas y, a 5) extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo.
a 1) La Verdad que nos propone Jesús es que Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, Una en Su único Hijo, Cristo, con Quien es Uno en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor que, en el eterno Presente, Se profesan Uno a Otro. Dios no creó más nada. Por eso, nada de Ésta, Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazado, nada que no sea Ella, realmente existe. En esto radica aquí, la paz de Dios [4].
a 2) Aceptar el Redimir para uno mismo es el camino de regreso a la Unicidad de Dios de la Que —como Almas perfectas y eternas que realmente somos— nunca nos hemos separado. El camino comienza cuando, frente al caos existencial ocasionado por el ego que experimentamos a diario, concienciamos que anhelamos vivir de otra manera; que, si a veces tenemos impulsos de ser compasivos, de compartir y de amar desinteresadamente, es porque algo en nosotros debe ser más que un ser separado de los demás, regido por las leyes de la evolución y la escasez, que vive una vida sin otro significado que el de sobrevivir con el menor esfuerzo, todo lo mejor y todo el tiempo posible. En este punto, y sin otra prueba que ese anhelo y esos impulsos, el estudiante del Curso debe decidir si quiere creer que éstos le vienen de Dios por medio del Espíritu Santo, o más bien de la evolución. Si se decide por la evolución, su motivación para ahondar en ese anhelo y esos impulsos a favor de otros y expresarlos en hechos concretos, le vendrá de su razonamiento y de la ética que quiera adoptar. En cambio, si mediante un acto de fe acepta que su origen pueda ser divino, también creerá que hay otra vida fuera del tiempo y del espacio, en la que su Alma perfecta y eterna es, conjuntamente con todas las demás Almas, una en el único Hijo que Dios ha creado a Su Semejanza y con Quien es Uno en Su eterna Unicidad. Esta creencia le motivará a dar preponderancia a pensar con su espíritu —la parte de la mente que es capaz de compasión, compartir y amar desinteresadamente— y a alejarse del pensar egocentrista del ego, que es la otra parte de su mente que es completamente ilusoria y, por consiguiente, sólo hacedora de ilusiones. El Curso nos dice que al decidirnos pensar con el Espíritu Santo, Él nos enseñará cómo perdonar y extender milagros y así emprender el camino de regreso a la Unicidad de Dios o proceso del Redimir.
a 3) Perdonar es un proceso que comienza cuando decido que quiero ver al mundo de otra manera, para lo cual invito al Espíritu Santo a pensar y percibir conmigo. Luego, al darme cuenta de que la clave de la salvación de la separación y del ego está en el otro, quiero verlo de otra manera, es decir, quiero perdonarlo aún sin saber muy bien qué es perdonar de verdad. En un primer paso, acepto que la causa de mis sufrimientos y dolor no se encuentra en el otro, en los demás, en el mundo, en un dios castigador, o en el destino, sino en mi mente separada, que por estar pensando con el ego, es la guionista y hacedora de todo este mundo en el que creemos que vivimos. Entonces, el Espíritu Santo me dice: “Hermano mío, escoge de nuevo”, que es el segundo paso. El tercer paso se da cuando me doy cuenta de que realmente no tengo nada que perdonar aquí, porque no hay nada que perdonar en la Realidad —Donde quiero creer que como Almas estamos todos, Uno en Cristo— y al lograr perdonar totalmente a ese otro en el mundo real de mi fuero interior, voy a vivir la divina experiencia de Amor de la unión con él que se va a extender a todos. Este es el último escalón que nos lleva conjuntamente a las puertas del Cielo.
a 4) Entablar relaciones santas constituye el reflejo en este mundo de la eterna Relación de Amor de Dios con todas las Almas perfectas y eternas que realmente somos, unificadas todas en Cristo, el único Hijo de Dios, Que Él creó y con Quien es Uno en Su Unicidad, Que es donde realmente estamos y, por lo tanto, es nuestra verdadera Realidad. La relación santa es la fuente de la salvación para los integrantes de la relación especial, pues les permite alejarse gradualmente de sus egos y pensar y actuar cada vez más con sus espíritus, que son la parte de la mente que todavía se puede comunicar con Dios por medio del Espíritu Santo. Es un proceso, generalmente largo, que se inicia cuando dos o más personas que han logrado, en un instante santo, perdonarse totalmente una a la otra, se unen en una meta común a favor de otro u otros, a los que también van a querer perdonar. Este proceso florece y fructifica cuando extienden a otros los milagros que el Espíritu Santo les sugiere por medio de sus espíritus; finalmente, cuando en instantes santos privilegiados sus mentes experimentan el mundo real, se produce en ellas, a un profundo nivel subconsciente, una curación de los efectos del pensar y actuar con sus egos, haciendo que ahora piensen, perciban y actúen principalmente con sus espíritus, extendiendo el Amor del Espíritu Santo a todos y a todo, curando así en sus mentes al mundo de los efectos de la separación.
a 5) Extender los milagros que sugiera el Espíritu Santo. Un milagro es la máxima expresión de Amor que podemos experimentar en nuestro espíritu cuando, después de haber aceptado el Redimir para nosotros mismos y haber logrado perdonar a nuestro hermano por lo que realmente no hizo, se corre en nuestra mente el velo que nos impedía verlo con la visión de Cristo, y nos extendemos a su Alma en una unión de Amor en la que también se encuentran incorporadas todas las demás Almas, ya que en el eterno Presente de la Unicidad —Que es Donde realmente estamos todos como Almas perfectas y eternas— somos Uno en Cristo, el Hijo único de Dios. En este sentido, al reflejar aquí las Leyes de Dios y la Verdad, el milagro trasciende las leyes de este mundo. El uso primario del milagro que hace el Espíritu Santo por medio de nuestro espíritu, es extender Su Amor para curar la mente del hermano que hemos perdonado de su creencia en la realidad del ego y, al mismo tiempo, consolidar la curación de la nuestra. El milagro es el medio para alcanzar la meta del Curso. El milagro no se pide sino que sucede, y al suceder, se acepta mediante un acto de fe.
b) Dios y el mal. La metafísica o teología del Curso es la primera que resuelve la incógnita del mal y Dios en el mundo, al liberarnos —a los que quieren creer en un Dios perfecto y eterno— del Dios caprichoso y castigador de la Biblia Que creó el infierno de mundo en el que creemos que vivimos, porque así nos lo hacen saber nuestros sentidos y la Historia:
“T11.10 [86] 11 Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son leyes de muerte. 12 Los niños vienen al mundo con dolor y a través del dolor. 13 Su crecimiento va acompañado de sufrimiento, y aprenden lo que son penas, separación y muerte. 14 Sus mentes están atrapadas en sus cerebros, y sus fuerzas decaen cuando sus cuerpos se lastiman. 15 Parecen amar, no obstante abandonan y son abandonados. 16 Parecen perder lo que aman, la cual es quizá la más alienada de todas las creencias. 17 Y sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura, y aparentemente dejan de existir. 18 No hay ni uno de ellos que no haya pensado que Dios es cruel”.
Frente al mito de la Creación del mundo según el Génesis, Jesús nos invita a considerar la idea de que si el Dios en el que quiero creer es perfecto y eterno, entonces no pudo haber creado este mundo caótico, sino que tal vez,
“… en la Eternidad, donde Todo es Uno, se coló una diminuta idea alocada, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse. 38 Al haberlo olvidado, ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo y tener efectos reales…” [5]
tales como el tiempo y el espacio, y todo lo que éstos contienen, regidos por las leyes de la evolución y escasez, una realidad que percibimos con nuestros sentidos y comprendemos con nuestro pensar, y razonar habitual de ego [6] .
Si esto es verdad, entonces no solamente mi Dios perfecto y eterno no creó esa realidad del ego, sino que, de alguna manera, fue un pensamiento de la mente separada del Hijo de Dios que lo hizo, mente que ha seguido dirigiendo todo lo que sucede en el tiempo y el espacio y en todo lo que estos contienen. Por consiguiente, de alguna manera nuestra mente es responsable de los que nos sucede en este sueño, en esta ilusión, en esta irrealidad que nos ha tocado vivir aquí.
Pero, por experiencia propia, sabemos que no somos solamente egos, ya que a veces somos capaces de ser compasivos y caritativos, de querer compartir y amar desinteresadamente. Jesús nos dice que esos impulsos provienen de nuestro recuerdo de Dios que llevamos en lo más profundo de nuestro subconsciente. Ese recuerdo lo podemos procesar por medio del espíritu, que es la parte de nuestra mente separada que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo.
Esas experiencias son las que nos pueden motivar a querer creer —aunque condicionado a que “nos funcione”— en la Verdad que nos propone Jesús en el Curso, a saber: que Dios existe, es perfecto y eterno, y en Su Pensamiento de Amor o Espíritu Santo, nos creó a todos —sin excepción y a Su Semejanza— Almas perfectas y eternas, Una en Su único Hijo, Cristo, con Quien es Uno en la perpetua Armonía y alegre Concordia del Amor que Se profesan Uno a Otro en el eterno Presente. Dios no creó más nada. Por eso, nada de Ésta, Nuestra verdadera Realidad, puede ser amenazado, nada que no sea Ella, realmente existe. En esto radica aquí, la paz de Dios.
c) La Realidad no puede comprenderse con el pensar del ego, por la sencilla razón de que el ego y su sistema de pensamiento fueron ideados en la separación justamente para olvidar a Dios y Su eterna Unicidad o Realidad, que —según el Curso— es donde realmente estamos todos como Almas Uno en Cristo el único Hijo de Dios, y no —como las individualidades separadas unas de otras que fueron, son y serán— en esta realidad del ego que, a los efectos de Dios, es una ilusión, ya que Él no la creó [7].
En efecto, conocer con nuestro razonamiento y lógica de ego [8] significa, entre otras cosas, encontrar las causas de lo que afecta a nuestras vidas y tratar de buscarles remedio. Y eso está bien así mientras estemos aquí o, como dice el Curso, mientras creamos en la realidad del tiempo y del espacio del ego. Pero es crucial para los estudiantes del Curso recordar que con ese pensar y razonar egóico, nunca podrán entenderlo ni aplicar su mensaje en forma sostenida, porque, repetimos, el Curso trata de esa Realidad distinta a la que conocemos con nuestros sentidos, de la Cual sólo podemos presentir aquí Su reflejo, y eso solamente cuando decidimos pensar, percibir y actuar de acuerdo con el Espíritu Santo [9] en vez de con nuestro ego; cuando aceptamos el Redimir para nosotros mismos, perdonamos al otro y unimos nuestra Alma con la Suya para, en una relación santa, coadyuvar a curar a los demás de la enfermedad de todas las enfermedades que es la creencia en el ego y su realidad, en la cual estamos separados de Dios y unos de otros.
Pero esto no es nada nuevo. Blas Pascal, entre otros, escribió en el Siglo XVII estas famosas frases:
“El corazón tiene sus razones que la razón no puede conocer.
Es el corazón el que presiente a Dios y no la razón.
Eso es la fe: Dios sensible al corazón, no a la razón.” [10]
En otras palabras, la fe es querer creer en Dios a pesar de su silencio y a pesar de que, “… nadie (Lo) ha visto nunca”.[11]
d) La indispensable experiencia de unión con el otro y los demás en Cristo. Si bien Jesús dice que hay que estudiar a fondo el Curso y, sobre todo, enseñarlo por medio del ejemplo, no creeremos en nuestra verdadera Realidad hasta tanto no hayamos experimentado muchas veces la unión interior de nuestra Alma con La del otro a quien hayamos logrado perdonar muchas veces, después de haber comprendido que realmente no había nada que perdonarle.
Muchos vienen al Curso motivados por problemas físicos y psicológicos de toda índole que no han logrado resolver. La palabra “milagro”, entendida en el sentido usual de la palabra, suscita a menudo la esperanza de alguna curación o intervención divinas.
Pero para el Curso, los milagros suceden primero en la mente, cuando concienciamos uno de nuestros impulsos cariñosos o compasivos totalmente desinteresados hacia otro, es decir, cuando —conscientes o no— decidimos dejar de pensar “yo”, “yo”, “yo” con nuestro ego, y nos ponemos a pensar “nos”, identificándonos así, en cierto modo, con lo mejor de ese otro, es decir, según el Curso, con su Alma perfecta y eterna y, al mismo tiempo, identificándonos y uniéndonos con todos los demás que han sido, son y serán, en el único Hijo de Dios Que realmente somos todos y cada uno, en un reflejo general aquí de Nuestra eterna Realidad [12].
Si el inicio del tiempo y del espacio regidos por las leyes de la evolución y escasez fue un pensamiento yoísta (“yo”, “yo”, “yo”…) de querer separarme de la eterna Unicidad de Dios [13] y de Su Hijo —donde reinan perfectamente el Amor, la paz y la alegría— para crear en falso (o “hacer”) cosas aquí por mi cuenta y apropiarme lo más posible de las escasas cosas buenas que hay, el despertar a esa Unicidad de La que realmente nunca nos hemos separado nacerá, según el Curso, del uso cada vez más habitual del pensar “nos” que despierta en nosotros compasión, querer compartir y ofrecer una amistad desinteresada y todo abarcadora con el otro, con los demás y con el mundo [14]. Por eso, cuando me han preguntado cómo sintetizaría el Curso, me vino a la mente (espero que sugerida por Jesús y/o por el Espíritu Santo) la frase: “El Curso es el otro.”
e) El camino se hace al andar [15]. El camino que nos propone Jesús en el Curso,—aceptar el Redimir para uno mismo, perdonar, entrar en relaciones santas y extender los milagros que nos sugiera el Espíritu Santo— es un proceso generalmente largo que hay que aprender, no sólo en teoría, sino sobre todo ejecutándolo por medio de nuestro ejemplo, porque larga y oscura es la noche en la que cada uno —de una manera u otra y en un período u otro de su vida— se encuentra, y cuando la vive, no logra visualizar un final aceptable o significativo [16].
Habiendo leído esto, hay que tener claro que no es función de Dios ni del Curso componer los problemas de este mundo [17]. Las leyes de la evolución y escasez —que rigen todo lo que se encuentra en el tiempo y espacio— son, obviamente, las encargadas de eso, haciendo que predominen en nuestro cerebro la sobrevivencia, la agresividad y posesividad egocéntricas por encima de la compasión y el compartir [18].
Pero, por otra parte, Jesús no nos abandona en el infierno que es esta vida, sino que por medio del Curso nos enseña cuál es la función que Dios nos ha encomendado mientras sigamos creyendo en la realidad del ego.
Esta función [19], además de iluminar nuestras mentes, también traerá consigo algo de la paz y alegría que no son de este mundo, hasta tanto —habiendo aceptado el Llamamiento [20] que es universal [21] — despertemos todos conjuntamente a la eterna Unicidad de Dios, de la Que realmente nunca nos hemos separado.
Si bien las ideas pueden abrirnos la mente, serán las experiencias de aplicar el mensaje del Curso las que dirán a cada uno —según el programa particular que le haya tocado— si acepta la Verdad que Jesús le propone, condicionado a que de alguna manera “le funcione”.
El cambio de forma de pensar y de comportamiento que el estudio y la aplicación principalmente por medio del ejemplo del mensaje del Curso pueda traer a los estudiantes, ya dependerá de lo que cada uno decida hacer reiteradamente, porque si bien:
“T8.1 [1] 80 … Todos son llamados, … pocos deciden escuchar, 81 por lo tanto no deciden acertadamente” [22].
f) Algunos comentarios sobre la taquigrafía de Helen en sus Apuntes y el vertido de los mismos en el UrText. Cuando Helen tomó taquigráficamente el dictado de Jesús, subrayó muchas palabras que, al contrario de la mayoría de los exégetas del Curso, decidimos interpretarlas como que ella no las había comprendido o que no las aceptaba. Prueba de eso lo tenemos en el UrText, en algunas de las observaciones de Jesús en las que corrigió a Helen. Luego, cuando ella a su vez dictó sus apuntes a Bill para que los mecanografiara, los dos —con las escasas posibilidades que ofrecían las máquinas de escribir de la época— convirtieron a la mayoría de esas palabras subrayadas o todas en mayúscula o con la primera letra en mayúscula, con la evidente intención de establecer una clara diferenciación entre las dos. Nuevamente la mayoría de esos exégetas consideraron irracional la forma en la que Bill [23] y Helen editaron los textos y, no solo eliminaron la mayoría de esas mayúsculas sino que también eliminaron la mayoría de los plurales.
Desde el comienzo de su dictado del Curso, Jesús insistió repetidamente y bajo distintas formas sobre la importancia de que este proyecto (el Curso) era uno de colaboración. Por ejemplo, el Principio 19 que originalmente era el # 20 y que fue desafortunadamente desarticulado cuando se editó, en el UrText rezaba así:
“T1B20 incluyendo las correcciones hechas por el propio Jesús, originalmente se leía: “20 Un milagro hace que las Almas sean una en Cristo. Los milagros constituyen una necesidad corporativa, refiriéndonos al cuerpo de Cristo que es una manera de referirnos a la Iglesia. Pero la Iglesia de Dios es solamente la suma de las Almas que Él creó, que constituye el cuerpo corporativo de Cristo. La industria depende de la cooperación, y la cooperación (o el no singular) depende de los milagros”.
Y a esto, Jesús añadió estas palabras para Helen: “Y no pierdas de vista el énfasis en la cooperación, es decir, en lo NO SINGULAR”.
Nosotros decidimos no solamente conservarlas poniéndolas además en negrillas, sino que también buscamos en ellas el pensar al respecto de Helen y Bill, quienes claramente querían diferenciar los textos en los que se trataba de la eterna Realidad de Dios de los que se referían al reflejo aquí de esa Realidad o, simplemente, a la realidad del ego.
Y así, cada una de las palabras en negrillas y/o mayúsculas tiene en el Curso un significado muy distinto al que usualmente estamos acostumbrados y que el lector irá descubriendo gradualmente a medida que avance en la comprensión de los textos y en su aplicación, sobre todo, por medio del ejemplo.
NOTAS
[1] … Además, algunos años después, fue elegido por unanimidad Director del Departamento de Traducción de la Universidad de Málaga.
[2] Así empezó el dictado del Curso, cuando, frente al caos existencial generado por la intensa competencia y actitudes negativas entre el personal de su departamento y entre ese departamento y los de otras universidades, Bill concienció su impulso que lo llevó a declarar a Helen: “Tiene que haber una mejor manera de vivir, y estoy determinado a encontrarla”, y ella, dejando de lado la animosidad que sentía por él, se comprometió a ayudarlo, sentando las bases de la relación santa que trajo al mundo el Curso.
[3] El residuo bendito es la memoria o reflejo que llevamos en lo profundo de nuestro subconsciente, del arropamiento del Amor de Dios a todos cual Almas, Una en Cristo, Su único Hijo, en Su eterna Unicidad. (Ver T5.7 [60] 7)
[4] Paz, con mayúscula, es el estado en el que nos encontramos en la Eternidad por ser amados y amar, es saber que como Almas somos Uno en Cristo, el Hijo único de Dios, Quien es Uno con Su Padre, en perfecta quietud y perfecta libertad de todo peligro, conflicto, culpa o escasez. En minúscula, cuando pensamos y percibimos con el Espíritu Santo, paz es el estado que experimentamos en el mundo real cuando hemos perdonado totalmente al otro y extendido los milagros que nos ha sugerido el Espíritu Santo. Pero cuando pensamos con el ego, paz es el estado que se puede obtener transitoriamente según los acuerdos y leyes del mundo.
[5] … Véase en el Texto: T27.9 [82] 37 y 38
[6] En esta época en la que los científicos más reconocidos proponen que el comienzo del Cosmos no se debe a Yahvé o a Dios sino a un gas, una bacteria, una autogeneración espontánea, la proposición de Jesús en el Curso que todo empezó con el pensamiento de querer separarse del Todo no parece tan descabellada…
[7] T4.4 [41] 1 Nunca comprendiste lo que realmente quiere decir: “El Reino de los Cielos está en tu fuero interno”. 2 Es porque no es comprensible para el ego, que interpreta esta frase como si algo que está afuera estuviese adentro, lo cual no significa nada. 3 La palabra “fuero interno” es innecesaria 4 porque tú eres realmente el Reino de los Cielos. 5 ¿Qué otra Cosa creó el Creador que no fueses Tú?, y ¿qué otra Cosa sino Tú es Su Reino? 6 Éste es todo el mensaje del Redimir, mensaje que, en su totalidad, transciende la suma de sus partes.
[8] … el Curso lo llama el sistema de pensamiento del ego, el cual es procesado —grosso modo— por la parte reptil de nuestro cerebro.
[9] … Cuyo sistema de pensamiento es procesado —igualmente grosso modo— por la parte límbica de nuestro cerebro.
[10] Pascal Blaise, Pensées: IV-277. – Le coeur a ses raisons, que la raison ne connaît point; … IV-278. – C’est le coeur qui sent Dieu et non la raison. Voilà ce que c’est que la foi: Dieu sensible au coeur, non à la raison.
[11] … Juan, 1, 18
[12] No es fácil imaginar una unión con esos billones de otros…, a menos de llegar a creer que todo eso es un sueño, una fantasía ideada por el incomprensible pensamiento de separación del Hijo de Dios en un sueño que realmente nunca tuvo lugar…
[13] La Unicidad, con mayúscula es, en el eterno presente del Cielo, Dios creando a Su único Hijo en un pensamiento de Amor o Espíritu Santo, Amor que se profesan eternamente Uno al Otro en perfecta armonía y alegre concordia. En minúscula, unicidad es la idea procesada en nuestro espíritu —la parte de nuestro cerebro que es capaz de compasión, de compartir y de amistad desinteresada— nacida del anhelo natural de unirnos amorosamente a todos y a todo, cuando logramos acallar en nuestro cerebro los deseos, ambiciones y pasiones del ego. Es el reflejo aquí de lo que queremos creer que es la eterna Unicidad de Dios.
[14] Los adelantos científicos de los últimos años sitúan aproximadamente nuestros pensamientos egocéntricos o reptiles procesados por nuestro cerebro en un 80%, mientras que los de compasión, compartir, amistad y amor desinteresados, sólo en un 20%. Esto se refleja en la Historia al constatar que los adelantos sociales como, por ejemplo, la democracia y las organizaciones benéficas sin fines de lucro, siguen siendo minoritarios y relativamente frágiles ante los embates autocráticos del ego.
[15] Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
[16] Significado, con mayúscula es, en la eterna Unicidad, el de la relación de Amor de Dios con Nosotros, como Almas, Uno en Cristo, Su único Hijo, en perfectas paz y alegría. En minúscula, cuando pensamos con el Espíritu Santo, significado es el reflejo aquí de ese eterno Significado y, cuando pensamos con el ego, es el significado que damos aquí a nuestra existencia separada, según las leyes de este mundo.
[17] … véase T21.1 [1] 7 Por lo tanto, no trates de cambiar el mundo, 8 sino más bien, opta por cambiar cómo piensas acerca de él.
[18] … Queda la duda, todavía no aclarada por la ciencia, del por qué la evolución ha dispuesto que, en nuestra pizca cósmica que es la Tierra, en ciertos animales más desarrollados —como por ejemplo el hombre— el cerebro totalmente reptil haya dado paso a una nueva parte del mismo que es capaz, a veces, de procesar pensamientos compasivos y de compartir. El Curso lo atribuye al espíritu, la otra parte de nuestra mente que todavía puede comunicarse con Dios por medio del Espíritu Santo. Y eso tiene sentido, ya que nuestra mente tiene necesariamente que ser una descendiente de la mente de la separación, la cual no pudo adueñarse completamente de la dirección del tiempo y del espacio y de todo lo que estos contendrían en el futuro que había hecho, sino que tuvo que aceptar la co-dirección, hasta ahora, muy minoritaria del Espíritu Santo en esa hechura.
[19] Nuestra verdadera función es tratar de ser aquí un reflejo de lo que realmente somos todos en la eterna Unicidad: Almas, Uno en Cristo, el Hijo único de Dios; reflejo que se logra en el instante santo del mundo real, después de haber aceptado el Redimir para sí mismo y luego, haber perdonado totalmente a otro y extendido los milagros sugeridos por el Espíritu Santo. A cada persona el Espíritu Santo le asigna una función especial en la salvación que sólo ella puede desempeñar; porque es una parte que le fue asignada únicamente a ella. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que ella descubra cuál es su función especial, y desempeñe la parte que le fue asignada para completarse a sí misma en el otro y en los demás, en un mundo donde rige la incompleción.
[20] El Llamamiento de Dios es la voz del Espíritu Santo en el nivel superior de tu subconsciente, que quiere avivar tu voluntad para que cures la separación que hay entre tú y tus hermanos y entre todos ustedes y Dios, renunciando a ella por medio del Redimir, hasta que tu mente nuevamente completa se reincorpore a crear, devolviendo a Dios Lo que es Suyo; es el llamamiento a regresar al pensar acertado, para que la Filiación se encamine a ser lo que nunca ha dejado de ser: todos, como las Almas eternas y perfectas que realmente somos, Uno en Cristo, el único Hijo de Dios, y Uno con Él en Su eterna Unicidad.
[21] M1.2 9 Los maestros de Dios proceden de todas partes del mundo. 10 y de todas las religiones, aunque algunos no pertenecen a ninguna. 11 Son los que han respondido. 12 El Llamamiento es universal, 13 y está activo en todo momento y en todas partes. 14 Este Llamamiento invita a los maestros a que hablen a favor de Él y a que rediman el mundo. 15 Muchos Lo oyen, pero muy pocos responden. 16 No obstante, es sólo cuestión de tiempo. 17 Al final, todos responderán, aunque ese final puede estar muy, muy lejos.
[23] … pensando con el sistema de pensamiento del Espíritu Santo.
[24] … por encargo específico de Jesús: T1B25i Toma en cuenta de que los apuntes que estás tomando hoy que son mucho más personales que los usuales, reflejan la experiencia revelatoria. … Pregúntale más tarde si estos apuntes deberían ser incluidos en la parte escrita del Curso o si más bien deberías guardarlos por separado. Él está a cargo de estas decisiones.
Agradecimientos
Nunca podremos agradecer suficientemente a todas las personas que, a lo largo de los dieciocho años que nos tomó realizar esta traducción comentada, aportaron apoyo y sobre todo ejemplos de experiencias espirituales que iluminaron el significado profundo de tantos textos del Curso.
Entre ellas quiero mencionar en primer lugar a mi esposa Lizbeth con quien estoy casado desde hace más de 54 años, no solamente por haber traído a la casa en 1993 una copia del Curso y haberlo estudiado y divulgado, sino también por haber contemporizado con el cambio radical que significó para nuestras vidas mi dedicación casi por entero al estudio, enseñanza y traducción del Curso. En efecto el Curso llegó en una etapa crucial para nosotros, cuando una devastadora crisis financiera nacional causada por retaliación política obligó a muchas empresas privadas a cesar sus operaciones, entre las cuales la mía que llevaba más de 40 años de actividad. Rememorando los veintidós años transcurridos desde 1993 durante los cuales traté de aprender, enseñar y aplicar el Curso, me atrevo a decir que, en nuestro caso, se inició una situación de enseñanza-aprendizaje que el Manual para los Maestros denomina como de tercer nivel[1].
De entrada, al liberarnos del Dios caprichoso y castigador de la Biblia —ya que el Dios que propone el Curso no creó el mundo— también nos liberó del problema teológico del mal abriéndonos un nuevo horizonte metafísico hacia el cual orientar nuestras vidas, que ya habían transitado por las enseñanzas de la Biblia y por la muy valiosa teología de Lonergan [2].
La idea de realizar una nueva traducción al español del Curso nació en 1997 cuando, después de haber tomado todos los cursos que ofrecía Ken Wapnick, le propuse financiar una nueva traducción, lo cual aceptó. De inmediato empezamos por una parte a probar varios traductores con supuesta experiencia, entre otras características, en traducir el pentámetro yámbico y, por la otra, a constituir una base de datos con los elementos positivos de los intentos previos de retraducción dirigidos por el propio Ken. Esta colaboración terminó a finales del año 1999, cuando habiendo salido a la luz pública los textos originales (Apuntes y el UrText), decidimos asociarnos con CIMS (Course in Miracles Society) y volver a empezar la traducción, esta vez, basada sobre esos textos originales.
Desde el comienzo de esta segunda etapa de la traducción, hemos contado con la valiosa, entusiasta y eficiente colaboración de Dioselina Lamus Quintero en la traducción, clases impartidas y en la administración de nuestra pequeña fundación FADIS (Fundación Acortando Distancias). En ella, además de ofrecer a precios subsidiados ejemplares del Curso, hemos dictado gratuitamente estudios sistemáticos del Curso, ya que teníamos claro que la nueva traducción debía basarse no sólo sobre el conocimiento de la metafísica del Curso y de los conocimientos profesionales de los traductores que estábamos contratando, sino también sobre las experiencias espirituales compartidas con los estudiantes en las clases, estudiantes que, como menciona el Curso, se volvieron nuestros maestros.
También recordamos con gratitud la desinteresada, competente y eficiente colaboración que nos prestó Clara Isabel Rodríguez durante los primeros dos años de ese comienzo.
A partir de la segunda etapa, Tom Whitmore, el incansable y muy competente presidente de CIMS, nos ha aportado su valiosa colaboración y experticia en la edición de la traducción en cuanto a su contenido, de manera de mantener “… siempre presente la directriz fundamental de “fidelidad a la fuente”.
Debo hacer mención especial de la también muy valiosa colaboración que en esos primeros años buscamos y recibimos de los expertos investigadores Raphael Greene y Doug Thompson, ambos dedicados a encontrar todos los Textos originales del Curso para restaurar en ellos la precisión y coherencia que demandaba y sigue demandando su importancia histórica para la Humanidad.
Con Raphael [3], además de analizar a fondo tanto los Apuntes —análisis dificultado en sumo grado por la taquigrafía particular de Helen— como la precisión de su vertido al UrText, también rescatamos ejemplares originales de algunas de las primeras publicaciones del Curso, con el fin de constituir con ellas el inicio de una biblioteca de libre acceso por el público interesado.
A Doug Thompson [4], quien en una larga, intensa y competente labor, no sólo rescató todos los textos conocidos del Curso, sino que los organizó en un solo volumen y, además, tuvo el coraje de publicarlos frente a las potenciales amenazas de los abogados de FIP-FACIM [5], fundaciones que, como es del dominio público, demandaban judicialmente a todo aquel que publicara algo relacionado con el Curso sin su previa autorización.
También estamos muy agradecidos a Gregory K. Maxey [6], el Consultor independiente de Microsoft Word, quien al haber desarrollado incansablemente durante casi cuatro años procedimientos VBA y estilos, nos permitió conservar la numeración de frases al mismo tiempo que ahorrar incontables horas de tareas repetitivas y revisiones.
Finalmente, el mayor agradecimiento es con nuestros maestros, los estudiantes, con quienes tuvimos el privilegio de compartir años de estudio y práctica del Curso. En síntesis, repito, El Curso es el otro.
NOTAS
[1] M3.5 31 El tercer nivel de enseñanza se da en relaciones que, una vez formadas, son de por vida. 32 En estas situaciones de enseñanza-aprendizaje se provee a cada persona de un compañero de aprendizaje determinado que le ofrece oportunidades ilimitadas de aprender. 33 Por lo general, las relaciones de este tipo son escasas, ya que su existencia implica que las personas involucradas en cuestión hayan alcanzado simultáneamente un nivel en el que el equilibrio entre aprendizaje y enseñanza sea perfecto. 34 Esto no significa que necesariamente se den cuenta de ello; de hecho, generalmente, no lo hacen. 35 Puede que incluso haya bastante hostilidad entre ellos por algún tiempo, o tal vez de por vida. 36 Mas si deciden aprender, tienen ante sí la lección perfecta y puede aprenderse. 37 Y si deciden aprender esa lección, se convierten en los salvadores de los maestros que flaquean y que incluso parecen fracasar. 38 Es imposible que un maestro de Dios no encuentre la Ayuda que necesita.
[2] Bernard Lonergan, S.J. Para los interesados, ver entre otras obras suyas, Insight (1964) y Method in Theology (1972).
[5] FIP: Foundation for Inner Peace; FACIM: Foundation A Course in Miracles.
[6] http://gregmaxey.mvps.org/index.html
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